jueves, 5 de noviembre de 2009

Fauna

La fauna silvestre que habita en esta reserva posee representantes de distinto linaje, principalmente en el grupo de las aves. Sus quebradas con bosques de mato albergan una nutrida avifauna típica de ambientes de las selvas del noroeste de Argentina.
Además, los bosques que ascienden desde las planicies del este, enriquecen su fauna por la presencia de representantes del Chaco de llanura. Así, podemos encontrar especies típicas de los bosques del llano como inambú montaraz (Nothoprocta cinerascens), anó o pirincho negro (Crotophaga aní), canastero chaqueño (Astenes baerí), chuña patas negras o chica (Chunga burmeisterí), chinchero grande (Drimornis bridgesii), gallito copetón (Rhinocripta lanceolata), cortarramas o quejón (Phytotoma rutila), caserote castaño (Pseudoseisura lophotes) y un ave muy escasa en los bosques de la provincia, la charata o pava del monte (Ortalis canicollis).
Por otro lado, en los bosques serranos de mato, se encuentran especies de aves típicas de los ambientes húmedos del noroeste argentino, como arañeros cara negra (Geothlypis aequinoctiales) e inambú silbón o mollera (Nothoprocta pentlandí), que debe su nombre vulgar a su típico silbido en las quebradas; también puede escucharse el triste canto de una paloma de monte o bumbuna (Leptotila verreauxí), cuyo nombre común responde a la onomatopeya de su canto. También frecuentan estos ambientes el caburé o rey de los pajaritos (Glaucidium brasilianum), que preda sobre pequeñas aves, y el azor o gavilán de monte (Accipiter striatus), de larga cola y alas cortas, diseño que le permite evolucionar en los bosques cerrados.
En los alrededores de los cerros podemos ver planear grupos de aves carroñeras como el jote cabeza negra o congo (Coragyps atratus) y jotes cabeza colorada (Cathartes aura), además del escaso halcón peregrino (falco peregrinus) que nidifica en las repisas de los faldeos, y algunas
águilas escudadas (Geranoetus melanoleucus). El cóndor (Vultur Gryphus) ya se extinguió en estas serranías quedando solo evidencia de su pasada presencia en las pinturas rupestres. Puede sorprendernos en horas crepusculares el vuelo de una gran rapaz, el águila coronada o copetona (Harpyhaliaetus coronatus), que puede observarse ocasionalmente persiguiendo grandes presas como vizcachas (Lagostumus máximus), conejos de los palos (pediolagus salinícola) y tortugas de tierra (chelonoides chilensis).
En esta reserva podemos observar habitualmente a mamíferos como zorros grises (Pseudalopex griseus), el simpático zorrino (Conepatus chinga), comadrejas moras (Didelphys albiventer), hurones comunes (Galictis cuja) y, ocasionalmente, el gato montés (Oncifelis geoffronyí) y el gato colorado o guina (Herpailurus yaguaroundí).
Entre los mamíferos de mayor porte que viven en estas sierras se encuentran el pecarí o chancho del monte (Pecarí tajaccú), la corzuela o cabra del monte (Mazama guazoubira) y el puma (Puma concolor).
También puede observarse en Cerro Colorado una importante variedad de reptiles; serpientes venenosas como la cascabel (Crotalus durissus), que delata su presencia con su sonajero, la yarará grande o de la cruz (Bothrops alternatus) y la agresiva yarará chica o cola blanca ( Bothrops neuwiedí). Además, habitan estos cerros varias culebras, como la falsa yarará o sapera (Waglerophys merremí), así llamada por sus hábitos de predar sobre los anfibios, la culebra verde (Phylodrias baroni), de respingada nariz y hábito arborícola, que persigue a pichones de aves y mamíferos, es habitual observar a una llamativa culebra ofiófaga que persigue a víboras venenosas, la musurana o víbora del hombre (Clelia occipitolutea), de notable color negro azabache, como así también varias lagartijas y chelcos de los árboles.
Entre los anfibios de la reserva se destaca un sapo de gran tamaño, de neta estirpe chaqueña, el sapo buey, rococó o tapa tapa (bufo paracnemis), detectable por su inconfundible canto que reproduce algunos de sus nombres vulgares. También se presentan sapos comunes (bufo arenarum) y ranas (Leptodactylus gracilis), y un pequeño representante como el sapito de colores (Melanophryniscus stelzneri) de llamativa piel negra con manchas amarillas y rojas, especie que fue activamente cazada para exportarlo como mascota, por lo que sufrido una disminución significativa en sus poblaciones.

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